Después de un arduo trabajo que empezó el 2009 con una cata organizada por Iago Bitarishvili de vinos qvevri georgianos tradicionales, cuya máxima expresión son los complejos vinos ámbar que producen, la OIV está a punto de ratificar una nueva categoría de “vino blanco con maceración” para lo que normalmente en Chile llamados vinos naranjos: la nueva categoría de la OIV es la octava que se incluye en una lista de “vinos especiales” junto con estilos como vinos espumosos, licorosos o con flor.
Para los que no están al tanto aún, estos vinos datan de una tradición milenaria en Georgia, donde incluso algunos monasterios siguen encargados de mantener viva la forma tradicional -y por cierto 100% natural- de producir este tipo de vinos. Dicen que incluso es una tradición que tiene 8.000 años.
El qvevri es un recipiente grande de arcilla similar a un ánfora que puede contender entre 400 y 2000 litros, y tradicionalmente está enterrado en el suelo hasta su cuello. En este método de producción, las uvas se trituran y se tiran, junto con la piel, los tallos y las pepitas (llamada “la madre” en Kakheti), y se deja que la fermentación comience de forma natural (no se agregan levaduras cultivadas ni nutrientes). Los vinos tintos se pueden trasegar y separar de “la madre” después de la fermentación. Luego, el qvevri se sella con una tapa de madera y tierra o arcilla, y el vino se deja madurar hasta por seis meses. Después de este tiempo, el qvevri se abre para revelar la transformación esperada.
Hoy en día la producción de este estilo de vinos se ha hecho más común, saltando a la fama internacional con trabajos como el del viñatero italiano Josko Gravner, y ya hoy vemos viñas en todo el mundo -incluyendo Chile- siguiendo la tradición Georgiana y usando tipos de qvevri para producir sus vinos naranjos. Así que damos un aplauso a este país que peleó por darle un lugar justo a sus milenarios vinos!
qvevri en deshuso del Monasterio de Alaverdi
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